La corrupción afecta a las sociedades

Abstract: Cómo y por qué la corrupción y la ética son elementos vinculados, uno ayuda a ser contrapeso del otro y finalmente como la ética puede llegar a ser mejor para las empresas y la sociedad por sus efectos de desarrollo.

Introducción

“Percepción es realidad” [1]

En México el 71% de la gente cree que las prácticas deshonestas se han incrementado en el país. 93% lo percibe como un problema serio y 91% piensa que los partidos son las estructuras conocidas más corruptas[2]. La corrupción se da siempre al menos por 2 participantes: El que corrompe (corruptor) y el que es corrompido. Dentro de esto, es posible que uno es del sector ciudadano, y el otro del público, o los dos del público y finalmente los 2 del sector ciudadano. La corrupción está en ambos lados, no es exclusivo del sector público, sin embargo, la administración de los recursos públicos es cuantiosa y los efectos que se esperan de una administración eficiente se desvanecen en la pérdida de efectividad que la corrupción ejerce, pues normalmente se incita a romper con las reglas o leyes, con la estimulación económica, desviando dinero que hubiera terminado en un programa, apoyo, inversión, subsidio o cualquier otra forma de ejercicio del recurso público, dentro de la bolsa de un grupo de personas.

Desarrollo

¿Por qué la corrupción afecta negativamente a las sociedades?, genera diversas percepciones en nuestra forma de entender los entornos, desde, que las normas pueden ser desobedecidas, afectando entonces los sentimientos del “deber”, afectan la convicción de la “Integridad” y su conveniencia y también la “ética” de los miembros de la comunidad, cuestionando entonces estos 3 valores, las reglas de “piso parejo” para desarrollarse, para moverse socialmente, para guardar diariamente una convicción de “superación” se pierden lentamente, dentro de la cultura y mentalidad de los ciudadanos.

Me gustaría hacer una serie de analogías acerca de los mercados, partiendo de un juego deportivo. Ustedes escojan el que les guste más.

Los mercados están formados por diversas empresas que prestan servicios y ofrecen productos y de consumidores, partiendo de una premisa básica “las reglas del mercado son implacables”. Es decir, dependiendo de los atributos de la oferta, será la posibilidad del éxito del negocio. Cuando las reglas son claras, cuando todos juegan el mismo juego, cuando los negocios son “lícitos”, se puede pensar que van a ganar los mejores jugadores. Pero, la economía y los negocios no son un solo campeonato, es más, en este juego tienen que ganar tanto jugadores del lado de los oferentes, como de los consumidores. Es decir, no hay un premio y ya, sino que hay una cancha tan grande, que hay premios para casi todos los jugadores. Pueden entrar al mercado todos los que tienen algo que ofrecer y los que necesitan algo para satisfacer una necesidad, y saben las reglas del juego.

Como en cualquier juego, si el piso es parejo, es decir, si se tienen las mismas condiciones para ser el ganador de los oferentes y de los consumidores, hay entusiasmo, ánimo y se estimula el desarrollo para que cada vez, existan mejores propuestas de bienes y servicios, así como mejores compradores. De no existir esa premisa de justicia, de equidad, no existiría el anhelo y esperanza de que los negocios son posibles, son deseables, y pueden llegar a ser exitosos.

En resumen, la falta de reglas claras y equitativas, afecta a la libre competencia, y desmotiva al inversionista por que se incrementa el riesgo de fracaso en los negocios. Es cuando los inversionistas para protegerse piden retornos de inversión mayores, mayores en proporción a sus riesgos tanto por el negocio en sí mismo, como por el riesgo de salir del mismo por falta de claridad en las reglas.

Convivir en un mercado, ya sea local o global, donde la corrupción es notable a tal grado que se cuestione la conveniencia de competir en él, definitivamente, afecta a todos sus participantes y a la sociedad en general, produciendo escases o precios inflados, ya sea por la protección del inversionista, como por el propio efecto de la corrupción. La corrupción afecta directamente al bolsillo del consumidor siempre. Un peso usado en corromper, es un peso que pagaron los consumidores, y que podían haber tenido en ahorro. Por otro lado, los mercados conocidos por su nivel de corrupción, desencadenan una serie de procesos que llevan a oferentes y consumidores a la comisión de delitos incrementando las ofertas deshonestas, contaminando los negocios lícitos, haciendo que quienes no quieren participar de las actividades ilegales, se desanimen, se retraigan, se excluyan y dejen abierta la cancha sólo para los que si están dispuestos a participar en el juego sucio.

Parte importante del combate a la corrupción, es la formación de valores de integridad y honestidad dentro de las empresas, en los cuales se funde la ética de negocios, se hable claramente de los efectos nocivos de la corrupción y se instrumenten herramientas para ofrecer trasparencia y “juego limpio”.

Si bien es cierto, la base de la educación de los valores en los individuos se da en el seno del hogar, con el ejemplo de los padres, con las tradiciones de las familias, y que estas se deben reforzar en las escuelas, pero, no podemos dejar de insistir, que las empresas, también son un ambiente propicio y que demanda la cultura del “deber ser” y la “ética”. Las reglas de las empresas, que forman las políticas de desarrollo de los individuos y la verificación de las actuaciones dentro de los marcos legales y de reglas internas, nos permiten afirmar que las empresas también tienen una gran capacidad de influencia en los valores y el comportamiento de los individuos.

Las empresas que rechazan la corrupción, reducen sus gastos, pues al no incurrir en ofertas inmorales de contribuciones a personas o instituciones indebidas, ahorran y mejoran sus flujos de efectivo, con lo que pueden hacer mejores negocios, al destinar el recurso a desarrollos y fortalecimiento institucional. Normalmente el gasto de corrupción requiere establecer estructuras (ilegales), costosas y complejas, en las que participen ajenos a la empresa, con dudosa reputación también (de otra forma no los considerarían en el asunto), exponiendo a la empresa a futuras extorsiones (costos potenciales no dimensionados), gastos que no tendrán comprobación (efecto de costos fiscales no medidos), y pérdidas que no se pueden reclamar (se pueden exponer y prefieren asumir el costo de las pérdidas), esto, sin contar con los riesgos de la comisión de delitos que mencionaré más adelante.

También son capaces de captar inversiones de terceros, que al conocer y comprobar las prácticas de honestidad y exigencia de la empresa, confían y se animan a participar en negocios conjuntos o de inyección de capital, permitiendo también, el crecimiento de la empresa ética, poniéndola en mejores condiciones para competir dentro de un marco regulado y legal.

Las empresas con un código de ética, generan confianza y desarrollan el espíritu de colaboración de sus empleados y proveedores. Ambos son capaces de entrar en negociaciones que no se llevarían a cabo de no existir una base de confianza y que de ninguna manera se daría entre partes que no son ampliamente conocidas por su integridad y ética de negocios. Esto puede llevar a su negocio hacia estados que ni siquiera el crédito y el capital pueden comprar.

Una empresa que rechaza las prácticas ilegales, también obtiene un recurso que es difícil de valuar económicamente en toda su dimensión. La exposición a demandas legales. Independientemente del riesgo que existe de incurrir en costos de defensa y garantía, existe el costo oculto del tiempo y recursos dedicado a las estrategias de comisión de la práctica ilegal, y posteriormente, al mismo tiempo y recursos dedicado a la estrategia de la defensa cuando se descubre y persigue la comisión de un delito. En verdad estimar este elemento económicamente parece difícil, pero, siempre es un costo enorme.

También los clientes son beneficiados y reconocen los valores de las empresas. Siempre preferirán comprar con quien ofrece honestamente sus servicios y bienes, a quienes cumplen las ofertas prometidas, a quienes son coherentes entre lo que dicen y lo que cumplen. El retorno de la inversión es enorme, y se nota, cada vez que existe una recompra. Este último reconocimiento se conoce también como “lealtad a la marca”.

Las empresas éticas, al no incurrir en actos ilegales, deshonestos o inmorales, tienen menor vigilancia por parte de diversas autoridades que las que corruptas. Es decir, las autoridades fiscales no reciben indicadores que les hagan presumir actos que deban ser vigilados, ni tampoco las laborales, ni las de Ministerio Público, ni otras. Esto también conlleva la posibilidad de que los empresarios, directores, gerentes y demás personal gerencial pueda dedicarse con mayor enfoque a las actividades de desarrollo y estrategia de su empresa, sustituyendo los tiempos de atención de las autoridades en tiempos productivos. ¿qué valor tiene esto en sus nóminas?, y lo que es más, ¿qué valor puede tener esto en desarrollar nuevos negocios o dedicarse a hacer crecer a su empresa, en lugar de atender autoridades?. Usted responda.

Conclusión

Una empresa que se apega a su código de ética, mejora su reputación frente a sus inversionistas, empleados, proveedores, clientes y autoridades. Sostenemos que la adopción de criterios éticos no es solamente una alternativa moral, sino parte de una estrategia que permitirá influir positivamente en los ambientes de negocios y en los mercados que cada vez se están creando y haciendo más amplios, en los que es una exigencia para participar en ellos, el estar alineados a estos criterios, se convertirá también en una forma de desarrollar y crecer los negocios.

Si usted desea ampliar esta información, no dude en contactar la oficina de Kreston CSM más cercana.

[1] Al Ries y Jack Trout, “Las 22 leyes inmutables del Marketing”, Mc Graw Hill Interamericana, 1993

[2] CESYOP de la Cámara de Diputados, Informe: Transparencia y Combate a la Corrupción, Febrero 2015.